Una ceremonia nupcial en la que el osito Winnie the Pooh es el invitado de honor, o en la que los novios cambian los trajes de gala por el uniforme de la Revolución Cultural ha dejado de ser algo raro en China.
Muchas parejas jóvenes y adineradas buscan la originalidad en sus celebraciones matrimoniales para diferenciarse de la austeridad de las de sus padres y también porque consideran que cuanto más especial más buena suerte atraerá para el resto de sus vidas.
El ahora marido de Shen, una shanghainesa que contrajo matrimonio recientemente, debió quedarse de piedra al conocer que su entonces novia había invitado a un elefante a la ceremonia, que además sería testigo del enlace.
Shen, sin embargo, lo tenía muy claro: el paquidermo los bendeciría con un feliz matrimonio.
"Nosotros organizamos bodas teniendo muy en cuenta el carácter de los novios y sus hobbies", explica Li, que trabaja en Weddreams, empresa que organizó un banquete de boda con Winnie the Pooh. Los novios pudieron lucir al popular plantígrado en sus vestidos e incluso en el ramo de novia, y los invitados recibieron recordatorios decorados con ese aficionado a la miel.
Muchas parejas jóvenes y adineradas buscan la originalidad en sus celebraciones matrimoniales para diferenciarse de la austeridad de las de sus padres y también porque consideran que cuanto más especial más buena suerte atraerá para el resto de sus vidas.
El ahora marido de Shen, una shanghainesa que contrajo matrimonio recientemente, debió quedarse de piedra al conocer que su entonces novia había invitado a un elefante a la ceremonia, que además sería testigo del enlace.
Shen, sin embargo, lo tenía muy claro: el paquidermo los bendeciría con un feliz matrimonio.
"Nosotros organizamos bodas teniendo muy en cuenta el carácter de los novios y sus hobbies", explica Li, que trabaja en Weddreams, empresa que organizó un banquete de boda con Winnie the Pooh. Los novios pudieron lucir al popular plantígrado en sus vestidos e incluso en el ramo de novia, y los invitados recibieron recordatorios decorados con ese aficionado a la miel.
Rubén Alexis Longobuco.
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